Creería seguramente Pedro Sánchez que iba a entrar en Sanlúcar de Barrameda en olor de multitudes, y a salir por la puerta grande -por usar un símil taurino-; que iba a pasearse por Bajo de Guía adorado como el Adonis que cree ser, y a disfrutar del codeo con Ángela Merkel como si el derecho a ejercer de presidente le viniera legitimado en las urnas.
Sanlúcar tiene en común con Sevilla que aquí sabemos quién es y quién no es; a quién le viene de casta y por derecho, y quién tiene hoja, como se dice de las monedas falsas. En Sanlúcar cuando no se sabe describir lo indescriptible se le aplica un mote: a Begoña la llaman "Eso", y no por la falsedad de su currículum, ni por el dineral gastado en decorar la Moncloa, ni porque se haya enchufado para cobrar un sueldecito de 5000 euros... La llaman "Eso" por rara, por antipática, y porque no se entiende ni qué es, ni para qué sirve.
Lo mejor del caso es que no ha sido la vieja guardia la que les ha dado con la puerta en las narices: la vieja guardia ha pasado olímpicamente de los Sánchez y de los Merkel. Ha sido el pueblo: los desalojados de sus viviendas; los que piden el mismo salario que la Policía autonómica para las fuerzas de seguridad; los que están hartos de los inconvenientes que supone que al presidente le dé por Doñana; los que paseando por Bajo de Guía se dan cuenta de que éstos vienen a comer langostinos a costa de los impuestos que pagamos todos, y encima por la cara.
"Sinvergüenzas" es lo más bonito que les han gritado en el Palacio de los Guzmanes; pancartas y silbatos de ciudadanos hartos del despropósito que estamos viviendo. "¡Fuera!, ¡Fuera!"... Según OK diario en Bajo de Guía les han gritado "¡¡¡ Elecciones !!!" y "Sinverguenzas" de forma espontánea. Y no les han gritado más porque en Sanlúcar, si algo sobra, es educación.
Ángela Merkel venía acompañada por su marido, Joachim Sauer -porque aunque sea difícil de creer la señora está casada, y encima con un hombre que puede resultar hasta atractivo-. Los dos matrimonios más desiguales de Europa han almorzado las croquetas de rape por las que premiaron a Casa Ballén, y langostinos de Sanlúcar en el Palacio de la Fundación Casa Medina-Sidonia, que gestiona Liliane Dahlmann. La viuda de la duquesa comparte con la Merkel el origen teutón, y poco más, porque es persona elegantísima y de trato exquisito: ha tenido que resultar curioso verla en un grupo de gente tan basta y feísima.
En lo de feísimo exceptúo a Pedro Sánchez. No es tan guapo como piensa, pero tiene un pase. Puesto que no tiene otro mérito que ése, de justicia es reconocerlo.
Gracias, Yolanda. Leer tus artículos me produce un poco a el mismo efecto sedante que contemplar en una playa las olas del mar. Por eso me gustaría que las líneas que escribes fueran tan continúas como las ondas que sucesivamente mueren en la orilla, pero nunca se acaban.
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